Por: Daniela Altamirano – LYPmultimedios
“Si no tienes disposición de análisis o capacidad de un ejercicio crítico, no leas este artículo.”
Una advertencia que no es arrogante, sino urgente.
México entero se encuentra en una encrucijada ambiental, pero Querétaro vive una de sus versiones más alarmantes: el abasto de agua. No se trata de alarmismo, sino de un hecho que se percibe en los hogares, en los campos y en las voces de quienes —desde hace años— advierten lo que se avecina si no se actúa con responsabilidad y visión.
Este primero de julio, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, fue clara durante su participación en la Mañanera del Pueblo: el proyecto del Sistema Hídrico El Batán es tecnológicamente viable y potencialmente replicable si cumple con las normas de la Secretaría de Medio Ambiente (SEMARNAT). Con ejemplos globales, como África y naciones donde el reciclaje de agua residual permite abastecer a millones, Sheinbaum no se limitó a la retórica; trazó una hoja de ruta.
“Hay países que reciclan su agua de desecho y queda potable… Tecnológicamente es factible.”
— Claudia Sheinbaum, 1:30:25, Mañanera del Pueblo
Esa afirmación no es menor. Es un respaldo explícito condicionado a la normatividad. Y, a diferencia de otras declaraciones políticas, esta no se refugia en evasivas. Deja clara la responsabilidad: el Congreso de Querétaro deberá analizar y resolver.
El Congreso como campo de legitimidad
Lo dijo la presidenta: el poder legislativo local es el siguiente actor que debe entrar en escena. No para proteger intereses de grupo, sino para garantizar un proceso abierto, transparente y técnicamente justificado.
La sede del Congreso no puede ser más que eso: la casa del pueblo, no un búnker de negociaciones partidistas. Y sin embargo, lo sabemos: los intereses que rondan El Batán son muchos. Desde los que ven en el proyecto una fuente de especulación financiera, hasta los que, por oposición automática a todo lo que huela a “4T”, descartan sin revisar, sin proponer, sin entender.
Es aquí donde se define el tipo de sociedad que queremos ser: una que espera pasivamente lo que hagan sus legisladores, o una que exige, se informa, propone y se moviliza.
Transparencia: ni favor ni cortesía
Pedir acceso libre al proyecto hídrico no es un favor, es una exigencia ciudadana legítima. Querétaro necesita una plataforma digital pública, donde se documenten las características técnicas del proyecto, los posicionamientos de partidos, la evaluación de expertos y las implicaciones económicas reales.
No basta con confiar en “que se está haciendo lo correcto”. Ese paternalismo ya caducó. Lo que urge es abrir la discusión: organizar foros mixtos con académicos, servidores públicos y ciudadanía. No para repetir lugares comunes, sino para hacer del conocimiento técnico un derecho accesible.
Y, ¿por qué no? Que el propio Congreso facilite una vía de consulta directa: un plebiscito local. No como espectáculo político, sino como herramienta de legitimidad social.
La batalla cultural del agua
Lo más complejo no es la infraestructura, ni siquiera el financiamiento. Lo más difícil es vencer la desinformación y el miedo al cambio. Parte de la oposición califica el proyecto como fraudulento sin sustento técnico. Otros, atrapados en trincheras ideológicas, se niegan siquiera a sentarse a la mesa de discusión.
Pero el agua, señoras y señores, no tiene partido.
Nos enfrentamos a una oportunidad inédita: hacer de El Batán no un proyecto del gobernador, ni de la presidenta, ni de una fracción legislativa, sino una solución colectiva al problema más apremiante del estado. Si no lo hacemos así, el costo será irreversible.
Y entonces sí, quienes hoy se burlan o trivializan el debate, habrán abonado el terreno para el verdadero sueño reaccionario: ese donde el rencor, el fanatismo y la ignorancia ganan por default lo que la razón no defendió a tiempo.
El poder de decidir
Esta columna no defiende a ciegas un proyecto. Defiende la idea de que la acción social informada es más poderosa que cualquier mayoría legislativa o narrativa oficial. Propongo, además, que la potabilización del agua reciclada sea garantizada, como lo sugiere la presidenta y en estricto apego a la norma vigente. Incluso con dicha garantía técnica, debe priorizarse el uso de esa agua tratada para fines industriales, el riego de áreas verdes urbanas y proyectos de reforestación, descartando su aplicación agrícola. Solo así se podría asegurar una sanidad mental colectiva, basada en la confianza pública, la certeza científica y la justicia ambiental.
Si algo quedó claro hoy, es que la pelota ya no está solo en Palacio Nacional ni en la Casa de la Corregidora. Está en la cancha ciudadana, en la calle, en los sindicatos, en las universidades, en las redes.
La historia no se escribe con hashtags ni con silencios cómplices. Se escribe con valentía crítica y organización social.
Y Querétaro, en materia hídrica, ya no tiene tiempo para escribir borradores.
