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Panadería Abril: el fuego que no se apaga

Una historia horneada entre generaciones, raíces y visión

En la esquina exacta donde confluyen la memoria y la vocación, el aroma del pan recién salido del horno adquiere otra dimensión: la del legado. Así se siente caminar hacia Panadería Abril, en el corazón de Querétaro. No es solo un punto de venta. Es, literalmente, un punto de partida.

Este relato —convertido en microdocumental por LYPmultimedios como parte de su serie Hecho en…— nos invita a mirar el pan como lo que ha sido siempre: alimento del cuerpo, pero también del espíritu. Y lo hace a través de una conversación cálida y profunda con el señor Antonio Pineda, maestro panadero e hijo de Don Ignacio, el hombre que inició todo, hace más de siete décadas, en San Antonio Tepetitlán, Chiautla, Estado de México.


Un legado que no se improvisa

Cuando Don Ignacio Pineda tenía apenas siete años, las condiciones económicas no daban espacio para la niñez como la entendemos hoy. Su infancia fue la panadería. Comenzó como ayudante en tareas menores, pero pronto su intuición, disciplina y sensibilidad lo hicieron dominar cada etapa del proceso: la mezcla, el horneado, la venta. Así se fue construyendo una especialidad que no se enseña en escuelas, sino que se aprende con el cuerpo entero. Así nació el pan de feria, elaborado artesanalmente, con sabor auténtico y con las manos de quien conoce el oficio como se conoce un idioma.

Décadas después, ese conocimiento profundo se transformó en empresa bajo el liderazgo de Antonio, uno de sus hijos, quien desde niño absorbió la técnica y la filosofía del trabajo bien hecho. De ferias a exposiciones, de pueblo en pueblo, la panadería familiar fue creciendo hasta instalarse definitivamente en Peña de Bernal, Querétaro, en 1996.


Tradición que respira futuro

Establecerse en un destino turístico no fue un giro, fue una evolución. Panadería Abril entendió que la tradición no debía congelarse en el tiempo, sino dialogar con su entorno. Fue así como comenzaron a transformar la presentación del pan, crear nuevas formas, explorar sabores distintos. Todo esto, sin renunciar al método artesanal que ha sido su columna vertebral.

Lo artesanal aquí no es una etiqueta decorativa. Es una declaración de principios. Cada pieza, desde la más clásica hasta la más innovadora, pasa por un proceso en el que intervienen no solo ingredientes de alta calidad —muchos provenientes de productores regionales— sino también generaciones de técnica acumulada. La masa no es solo masa; es historia moldeada.


🥐 Panadería Abril por dentro: un catálogo comestible de identidad

Si bien la historia emociona, lo que enamora es el sabor. El menú de Panadería Abril es tan amplio como expresivo: cada pan es un manifiesto de creatividad que honra el gusto mexicano.

Están, por ejemplo, los cuernitos tronos —sí, tronos— porque se deshacen en la boca con la realeza de su relleno: higo, nuez o queso con zarzamora. A su lado, el pan de caracol, enrollado con maestría, esconde en su interior versiones igualmente sublimes con los mismos ingredientes, en equilibrio entre dulzura, acidez y textura.

No puede faltar el legendario cocol, pan que se volvió ícono nacional por la inolvidable frase de “El Tata” —“¡quiero mi cocol!”— y que resulta ser, con toda justicia, el pan favorito del señor Antonio. Un dato que, por suerte, ha quedado inmortalizado en la videografía de esta serie.

Las gorditas de nata son otro homenaje a la memoria, pero también al ingenio: se rellenan con mermeladas hechas en casa, como la de guayaba o la exquisita de vino, sin dejar de lado las opciones más contemporáneas, como Nutella o sabores combinados que sorprenden a cualquier paladar.

Para comenzar el día, el maestro panadero recomienda el pan de café —cálido, fragante, perfecto. Y si lo tuyo es lo clásico, ahí están las conchitas, el panqué de nuez, el panqué de mantequilla o el sorprendente pan de amaranto, soya y salvado, relleno con un dulce de guayaba que resiste el olvido.

Panadería Abril no ofrece solo pan. Ofrece un recorrido gustativo por lo que somos, lo que fuimos y lo que aspiramos a conservar.


El calor familiar, ingrediente central

Durante el rodaje del microdocumental, el equipo de LYPmultimedios fue testigo de algo más poderoso que el fuego del horno: el fuego familiar. La entrevista con Antonio ocurrió mientras, con movimientos precisos y naturales, él y su equipo elaboraban distintos tipos de pan. Su tono es sereno, pero firme. Su relato es íntimo, pero sin dramatismos. Habla de trabajo con naturalidad, como quien sabe que eso también es amor.

En Panadería Abril trabajan entre 15 y 20 personas, muchas de ellas familiares. Este negocio no es solo fuente de ingresos: es sustento emocional, ancla identitaria, centro de gravedad de una red que ha crecido con los años y que hoy dialoga con turistas, locales y curiosos de paso.

La visión es clara: seguir expandiendo sin traicionar el origen. Apostar por la excelencia sin perder la calidez. Mantener el pan como lo que ha sido en su esencia más pura: una forma de compartir.


Una historia que invita a quedarse

Panadería Abril no busca ser moda. Busca ser recuerdo. De esos que se activan al primer bocado, o cuando alguien dice “esto me sabe a cuando era niño”, o cuando un turista se lleva un pedazo de Querétaro en una bolsa de papel con olor a azúcar y manteca.

El microdocumental —ya disponible en el canal de YouTube de LYPmultimedios— no solo documenta un negocio. Nos muestra lo que significa tener una raíz clara, una misión generosa y un producto que habla por sí mismo. Lo importante no es solo que Panadería Abril exista. Es que resista, evolucione y nos siga recordando que el pan, cuando está bien hecho, no se olvida.

Panadería Abril: el fuego sigue encendido. Y el horno, siempre listo.

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Del Carrizo al Mundo: El arte de Tecozautla que teje identidad y resistencia

🌾 Artesanía mexicana que conquista corazones, desde Hidalgo hasta el Vaticano

En un rincón verde del estado de Hidalgo, rodeado de milpas, raíces profundas y aguas limpias, las manos de un artesano convierten el Carrizo —una planta modesta pero noble— en piezas que viajan por el mundo. Desde Tecozautla, municipio reconocido por su riqueza natural y cultural, nace una historia que entrelaza pasado, presente y futuro: la de un creador que honra sus raíces mientras innova con visión global.

Este microdocumental forma parte de la serie “Hecho en…”, una producción de LYPmultimedios en alianza con la Secretaría de Economía, que busca visibilizar y fortalecer la identidad comercial y emocional de proyectos con vocación local.

✋ Un oficio heredado que se transforma

El protagonista de esta historia creció entre canastas, hilos y herramientas rudimentarias. Desde niño observaba cómo sus abuelos tejían piezas utilitarias para sobrevivir. Sin embargo, fue su inquietud y necesidad de mejorar el ingreso familiar lo que lo impulsó a innovar: combinó la técnica tradicional de cestería con otros materiales como la obsidiana, logrando una fusión única y altamente valorada por compradores de Estados Unidos, Europa e incluso Medio Oriente.

“No me gustaba esto al principio. Pero ver cómo la gente del pueblo hacía dos canastitas al día y con eso mantenía a sus hijos… eso me hizo entender que teníamos que hacer cosas nuevas”, comenta el artesano frente a su taller.

🧺 El Carrizo: materia prima con alma mexicana

El proceso inicia con la recolección del Carrizo, que se corta cuidadosamente durante las fases lunares más propicias. Tras dejarlo secar bajo el sol, se transforma en un lienzo maleable para dar vida a carritos, nacimientos, molcajetes y figuras decorativas que combinan funcionalidad, estética y tradición.

Cada pieza puede tardar desde una semana hasta más de un mes, dependiendo de su complejidad. Los métodos, aunque rústicos, siguen principios de precisión artesanal que evocan la sabiduría ancestral.

📍 Tecozautla: cuna de identidad y sostenibilidad

La comunidad de Tecozautla no solo aporta materia prima, sino también un contexto cultural rico en saberes, agricultura y prácticas sostenibles. De estas tierras emergen elotes, ejotes, calabazas y el Carrizo que alimenta tanto a la mesa como al alma artesanal.

“Nos gustaría que nuestras piezas lleven un sello que diga ‘Hecho en Tecozautla’, para que el mundo sepa que esto no es una imitación, es un legado real”, agrega el creador.

🌍 Artesanía que trasciende fronteras

Una de sus piezas más simbólicas, un nacimiento elaborado en Carrizo y obsidiana, fue seleccionada por el gobierno del estado para ser enviada al Vaticano como representación del arte hidalguense. También ha trabajado con diseñadores nacionales e internacionales que lo buscan por su capacidad para crear piezas únicas y personalizadas.


Lo hecho en México se reconoce, se consume y se comparte

Del Carrizo al Mundo” no solo es el título de un microdocumental. Es una declaración de principios. Es la prueba viva de que la artesanía mexicana sigue evolucionando, de la mano de personas comprometidas con su tierra, con su historia y con un futuro más justo y sostenible.

🛒 Si buscas piezas auténticas, hechas a mano y con historia, visita Tecozautla.
❤️ Porque apoyar lo local es apoyar lo esencial.
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