Por Rodrigo Vissuet
El pasado viernes 29 de agosto ocurrió lo que, hasta hace poco, parecía un escenario imposible: la bancada de Morena en Querétaro actuó con unidad. Aunque debería tratarse de una práctica natural en cualquier grupo parlamentario, en la entidad la diversidad de intereses había convertido la cohesión en una quimera, facilitando al PAN el control de la agenda legislativa gracias a la fragmentación de sus opositores.
El cónclave morenista
La chispa se encendió en un discreto restaurante de avenida de Los Arcos, donde se reunieron Israel Alejandro Pérez, secretario estatal de Morena; Edgar “Güero” Inzunza, coordinador de la bancada; y los diputados Arturo Maximiliano, Ulises Gómez de la Rosa y Sinhue Piedragil. Allí, los liderazgos internos —los vinculados al grupo gilbertistas, los piedragilovers e incluso aquellos con operación legislativa propia— se vieron obligados a confrontar viejos agravios, entre ellos la polémica elección de Inzunza como coordinador. Pese a tensiones y reproches, prevaleció la necesidad de construir una salida conjunta.
La suma del PT
El siguiente paso fue tender un puente con Claudia Díaz Gayou, diputada del PT, quien atraviesa distancias con sus dirigencias estatal y nacional y que, según versiones, podría dar el salto a Morena. Su incorporación resultó menos ríspida y abonó a la conformación de un frente opositor común. Incluso, se comenta que los legisladores varones acordaron vestir con corbata guinda y traje negro en la sesión solemne, como signo visible de unidad.
La protesta simbólica
El resultado fue contundente: Morena y PT abandonaron el informe del primer año de la LXI Legislatura en protesta por lo que califican como parálisis legislativa impuesta por el PAN y sus aliados —PRI, PVEM y MC—. Con ello, no solo evidenciaron las tensiones del Congreso local, sino que enviaron un mensaje de fortaleza a su militancia: la oposición puede caminar en bloque.
¿Parteaguas o anécdota?
Si esta alianza se consolida en los próximos dos periodos ordinarios, podría alterar el equilibrio político queretano. Aunque el PAN conserva mayoría con sus aliados, Morena y PT, con 12 votos, ganarían en fuerza moral y narrativa, legitimando un discurso opositor que conecte con la ciudadanía y allane el camino hacia 2027. La militancia lo sabe: la unidad es condición para competir con seriedad por la gubernatura.
Por ahora, queda la incógnita: ¿se trata del nacimiento de un verdadero parteaguas político o de un episodio anecdótico en la historia legislativa queretana? Lo cierto es que el tablero se movió y, con ello, las reglas del juego ya no lucen tan inmutables.