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Tensión en Culiacán: Escolta del hijo del gobernador de Sinaloa es secuestrado; operativo termina en enfrentamiento armado

Culiacán, Sinaloa.– Un nuevo episodio de violencia sacudió este viernes a la capital sinaloense. Un escolta asignado al hijo del gobernador Rubén Rocha Moya fue secuestrado esta mañana en el fraccionamiento Villa Bonita, ubicado al sur de la ciudad, en la colonia Renato Vega Alvarado.

Según reportes de medios locales y nacionales, el agente de seguridad fue interceptado por un comando armado a bordo de un vehículo particular. La acción desató una intensa movilización de las autoridades estatales, quienes implementaron un operativo de búsqueda con patrullajes terrestres y sobrevuelos en distintas zonas de la ciudad.

Horas después del secuestro, el operativo culminó en un fuerte enfrentamiento sobre la avenida Álvaro Obregón, cerca de La Costerita, uno de los accesos estratégicos de la capital. En el intercambio de disparos murió uno de los presuntos responsables del secuestro, mientras que otras tres personas resultaron heridas, incluyendo el propio escolta privado de la libertad.

Este hecho ocurre apenas diez días después de otro ataque que también afectó directamente a la familia del gobernador Rocha Moya. El pasado 23 de septiembre, una camioneta blindada que transportaba a su nieta fue atacada a balazos en la misma ciudad. En esa agresión, dos escoltas resultaron lesionados, encendiendo las alarmas sobre la vulnerabilidad de los cuerpos de seguridad asignados a la protección de funcionarios y sus familias.

La escalada de violencia vinculada a figuras del poder político en Sinaloa vuelve a colocar al estado bajo la lupa nacional. A pesar de la narrativa oficial de gobernabilidad y contención del crimen, estos hechos exhiben una realidad compleja, donde la seguridad de los servidores públicos —y sus familias— se ve seriamente comprometida.

Hasta el momento, las autoridades estatales no han ofrecido un posicionamiento oficial más allá de confirmar la implementación del operativo. La sociedad sinaloense, por su parte, observa con creciente preocupación el avance de la violencia en una entidad donde los fantasmas del pasado aún resuenan con fuerza.

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